Cuando Dios se hizo hombre en la persona de Jesucristo, abarcó todos los aspectos de la vida humana, incluidas todas las emociones y luchas que enfrentamos, incluso la ansiedad. Esta emoción es demasiado familiar para muchas personas en nuestro tiempo. Los caminos de Jesús, sin embargo, nos proporcionan una hoja de ruta hacia la seguridad y la paz, especialmente en tiempos de incertidumbre. Miramos a Jesús, quien dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros… Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30).

Cada ámbito de la vida tendrá sus desafíos y factores estresantes. Jesús nos dijo que “en el mundo tendréis aflicción” (Juan 16:33). Tan pronto como Adán y Eva dieron un mordisco del fruto prohibido, la gente se enfrentó a la tensión que se encuentra en un mundo caído. Las preocupaciones de la vida son la razón principal por la que las personas se sienten abrumadas y distraídas de lo que Dios está haciendo (Mateo 13:22). Cada día, parece como si se publicara un nuevo desastre en las redes sociales, sumándose a la voz del enemigo que busca robar la paz de la tierra.

Sin embargo, Jesús nos dice que no tengamos miedo. Él ya ha vencido al mundo (Juan 16:33). No nos quedamos sin consolador: el Espíritu Santo que vive en nosotros nos dará paz cuando nos encontremos en mares tormentosos (Juan 14:16). ¡Nunca estás solo con el Espíritu de Dios morando en ti!

Dios quiere que cambiemos nuestra ansiedad por confianza en Él. Cada vez que sentimos que nos golpea una preocupación o una carga. La vida tiene sus responsabilidades, pero Dios quiere que podamos dejarle nuestras preocupaciones, cada vez que la preocupación intenta golpearnos. Siempre podemos depositar todas nuestras preocupaciones en Dios en oración (1 Pedro 5:7). Esto nos libera de la necesidad de cargar cada área de la vida sobre nuestras espaldas y ponerlas sobre Jesús.

Jesús tomó los pecados del mundo para que nosotros no tuviéramos que hacerlo. Jesús, a quien se le impuso el peso del mundo en el huerto de Getsemaní, encontró fuerza en el Padre en la oración. Sin embargo, Él hizo lo que nosotros no debemos hacer. Murió por los pecados del mundo, para que seamos libres de ellos.

Jesús vivió una vida tentado en todos los sentidos que nosotros pero estaba libre de pecado (Hebreos 4:15). Él conoce nuestras debilidades y humanidad y empatiza con nuestros dolores y cargas. Sin embargo, Él ha venido para quitarnos esas cargas y darnos “vida en abundancia” (Juan 10:10).

Hoy, ve a orar, deja tus preocupaciones en Él y camina en la vida abundante a la que Él te ha llamado.

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– Matthew Foley, instructor y redactor

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