Todo el mundo quiere ser conocido y amado, y Dios mismo no es una excepción. De hecho, la creación de la humanidad refleja este deseo universal. La Biblia afirma que Dios caminó sobre la tierra al fresco del día (Gén. 3:8), buscando intencionalmente tener comunión con Adán y Eva. Él quiere una relación íntima con nosotros y una y otra vez nos invita a responder. Fue después de que Adán y Eva pecaron que esta relación se volvió difícil. La humanidad ya no podía responder a la invitación de Dios en la forma en que Él la quiso originalmente. Ese tipo de amistad no podría existir sin sacrificio.

Nuestra naturaleza pecaminosa es el síntoma de una relación rota con el Padre. Dios podría simplemente habernos dejado con nuestros propios recursos pecaminosos y empezar de nuevo en otro lugar. En cambio, extendió Su mano y cometió Su mayor acto de amor: entregó Su vida por nosotros – Su amigos. ¡Qué asombroso es esto! Nosotros, no sólo los patriarcas de la Biblia, también contamos entre aquellos que mantienen ese vínculo especial con Él. Abraham fue considerado amigo de Dios después de años de creencia y fe devotas (Santiago 2:23), y David, al compartir fragmentos de sus conversaciones íntimas con el Señor en sus Salmos, era un hombre conforme al corazón de Dios (1 Sam. 13:14). .

¿Qué pasaría si tuviéramos comunión con Dios como Abraham? ¿Qué pasaría si lo persiguiéramos como David? ¿Cómo es caminar con Él al fresco del día? ¿Es todavía posible tener una amistad tan profunda que Dios nos vea como alguien conforme a Su corazón?

En una palabra, ¡sí! Dios tiene un lugar especial para aquellos a quienes llama amigos:

"Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga la vida por sus amigos.

– Juan 15:12-13

Dios no da un paso atrás. Él da un paso adelante, cumpliendo nuestro deseo de ser conocidos y amados con el suyo (1 Juan 4:7). Si elegimos buenos amigos, pueden ser una maravillosa fuente de amor, risa, sanación y aliento. Nadie cumple más plenamente con estos requisitos que Aquel que más nos ama. Nuestro amigo, el Dios Todopoderoso y Rey de Reyes, desea ser todo eso y más para nosotros. Él nos ama en todo momento, nos consuela y edifica cuando más lo necesitamos (1 Tes. 5:11). Él nunca nos abandonará en medio de nuestros problemas (Deuteronomio 31:6) y nos abraza cuando sufrimos.

Este increíble amigo quiere hacer esto y mucho más. Todo lo que tenemos que hacer es acercarnos y aceptarlo.

– Eszter Willard, redactora

Para ver cursos en español, haga clic aquí.